mauricio.alvarado.martinez
AL-WRAKA.- La afición en Qatar sigue enajenada por las emociones. Quieren más. Sin embargo, con menos partidos al día y menos disponibilidad de boletos, la pasión por ver a figuras internacionales en los estadios se vuelve insaciable
Tras medio partido transcurrido entre Japón y Croacia, juego por los octavos de final, un centenar de aficionados se plantó en uno de los accesos del Estadio Al Janoub.
Su esperanza, que el staff les permitiera el ingreso para ver la recta final del cotejo que terminó por alargarse hasta los penales.
Un breve titubeo del personal en los accesos hizo creer a los fanáticos sin boleto que les permitirían el paso, mas el apuro se transformó en minutos de caos y una corta estampida que movilizó a la policía.
Susto que en otros escenarios ha desatado tragedias, como pasó en Indonesia en octubre pasado, en la que fallecieron más de 130 personas.
Finalizada la fase de grupos, el descontento de aficionados residentes y de extranjeros ha sido notable, por lo difícil que es conseguir entradas, pese a que la FIFA habilitó desde noviembre una oficina en el corazón de Doha.
Desde el arranque del Mundial se pueden observar a fans que hacen guardia en dicha oficina con la esperanza de encontrar entradas, sin embargo, las respuestas son nulas, por lo que la reventa no oficial en ocasiones es el único camino.
Y así se vislumbra hasta la gran final. Todo agostado, menos la pasión.
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*mcam
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